cronica Puerto Serrano-Picacho-Jerre

Me gusta montar en bicicleta y me gusta contar lo que vivo sobre ella. La escritura es abono para la libertad, aunque a veces tengamos que esperar para poder expresarlo. Para poder sentirnos fuera de los barrotes cotidianos. La ilusión ha nacido libre, como canta el Barrio, y yo estaba ilusionado con esta ruta. El jueves tuve malas sensaciones, y quería probarme en una ruta exigente como esta. La compañía no podía ser mejor. Salir con mi amigo Angello, es sinónimo de pasarlo bien. No hay miradas por encima del hombro. No hay rivalidades. Pasarlo bien y disfrutar de la bicicleta, es el único objetivo.
Mañana, incierta en cuanto a la meteorología. Los Gurús del tiempo vaticinaban el holocausto climático. No teníamos claro si coger la bicicleta o unos listones de madera y emular a Noe con la ayuda de Google, por supuesto. Una vez más, se equivocaron los de siempre, Afortunadamente no llovió. Las calles de Puerto Serrano respiraban la festividad de todos los santos, bien que lo notábamos abandonando la localidad desde el mismo Campo Santo.
La misión era una vez más subir cuanto más mejor. Casi no nos habíamos calzado las calas cuando empezaron los primeros repechos. No hacía frío. Tampoco lo hubiésemos sentido. Varios kilómetros, pisando asfalto con una inclinación que asustaba cada vez aparecía una placa indicativa de la misma. Así hasta llegar a un desvío a la derecha en el que comenzaba la subida al Picacho. Mi amigo Juan Retropala me había comentado en mas de una ocasión su dureza a la par que su belleza. Las rampas que aparecían y el terreno que nos encontramos eran de los que tenían como hobby mermar las fuerzas de los que osaban tutearlo. A medida que subíamos, las vistas se volvían mejores y el frío y el aire se incrementaban a golpe de pedal. Angel, siempre por delante guiándome, señalándome el camino. Lo coronamos. El viento y la señal indicativa de la cumbre me recordaban al Veleta. Se dominaba toda la serranía. Las tormentas se veían en la lejanía del horizonte. La parada fue breve. Te quedabas helado en pocos minutos. En el descenso nos encontramos un grupo que subía. !Pobres!. De nuevo asfalto, pero ahora en rapidísima bajada hasta la Via Verde. Varios tuneles. Muchísima humedad en ellos. No serían mal sitio para pasar las vacaciones de verano, pensé. Dejamos la Estación de Coripe a nuestra derecha. Seguimos varios kilomentros por la Via, hasta que el GPS, no sin cierta burla, nos señala el desvío hasta el Jerre. Solo lo había hecho una vez y de eso hacía mucho. Quedaban en mi mente desde entonces imágenes, ahora distantes de lo que en nada se asemejaba a una comedia, si acaso mas parecido a un drama lo que viví entonces, no siendo honesto el reconocer que el estado de forma en ese momento no era el mismo que presento hoy en día. Precioso. El firme en algunos momentos de regular a peor, dándole un punto más de dureza. Seguíamos con los tantos por cientos elevados en cuanto al desnivel. Nueva coronación. Nuevo reto cumplido. Bajada de las que agradecemos enormemente. Carretera inmaculada, sin tráfico. Una delicia para estirar los músculos. Vía verde de nuevo y esta vez la estación de Coripe queda a la izquierda. Reponemos agua. Angello toma un café mientras observábamos una pareja de buitres sobrevolando la zona. Fijamos la mente en el último escollo. Tras algunos kilómetros por la vía verde comenzamos de nuevo la última ascensión. Esta vez carretera. Algo parecido a la Media Fanega pero con otros números de elevación. Rodar cansino. Plato chico, piñon grande hasta llegar de nuevo al Picacho. Algo de aire y a emprender el camino de vuelta. Ahora nos dimos cuenta del lote de subir que nos habíamos pegado. Hasta 60 Kms/hora llegamos a marcar. Llegada a Puerto Serrano. Muchísimas personas con flores, recorrían sus calles. Desconocía la forma de vivir este día tan señalado en los pueblos. Te hacían pensar, te hacían recordar y ver el fino hilo que separa la vida de la muerte. De la diversión de unos al llanto de otros. La vida misma. En fin ……… A las 13´00 horas rumbo al segundo tiempo donde coincidimos con Nene y ya se sabe entre una cosa y otra casi estoy todavía allí, sin poder escribir esta crónica.

impresionante, como siempre un pasada ir de ruta contigo compi

Gracias amigo Lancha por hacernos disfrutar con tus pedazos de cronicas,con ellas al mismo tiempo nos hace pasar un buen rato con vosotros como si estuvieramos en ruta con ustedes.De nuevo enhorabuena,Saludos.                  Amigo Angello gracias por el magnifico video.