Crónica Guillenazo, al alba (Sábado, 05-12-2015)

Ya de regreso de este largo puente, en el que ha dado lugar a todo (menos a hacer la crónica). En el plano ciclista, buena salida con mi amigo Angello. Al alba, al alba como entona Serrat, pero menos melancólico, sin que sangre la luna, ni nos hieran las estrellas como amenazas (no estoy en plan poético, es la letra de la copla), comenzamos abriendo las calles de Guillena. La gente pernoctaba aún. El silencio se proclamaba dueño del lugar. Inicio en la Cruz de la Mujer. La tenue luz de nuestros candiles hacía que la prudencia fuese acompañándonos, al menos de momento. El camino desde el principio era diferente. No cogeríamos el restringido. Subiríamos a la Culebra por detrás. Picando siempre hacia arriba, mientras el sol comenzaba tímidamente a mostrarse. Sumidos entre charlas imprimimos un buen ritmo. Las antorchas ya no eran necesarias. En el punto mas alto del conocido ofidio nos destapó el amanecer, dando lugar a algo increíble de expresar con palabras. El cielo perfilaba tonos celestes y rojos  imposibles de recoger en una foto. Fue el único momento de sosiego permitido,  dado que la subida había sido mas rápida y cómoda de lo previsto.
Bajada hasta la cantina. El frio aparece de nuevo en este tramo. Embalse y muletazo a la cuesta de los Toros. Subida con cadencia  según me explicaba Angello doblegándola sin apenas forzar la respiración (la conteníamos mirando los bovidos cercanos). La brújula la teníamos mirando a Castilblanco, seguíamos con el mismo ritmo. Superamos embalse y contraembalse. De nuevo la subida se hizo de manera holgada (sin aburguesarme lo más mínimo, no quiero dar alas a la crítica). El compás y el ritmo del pedaleo lo hicieron posible. Atravesamos el pueblo – igual de callado que Guillena- mientras buscábamos la trialera de Santiago. Varios Kms. Rodando en paralelo a la carretera por un carril muy divertido que discurría pegado a la misma y nos libraba del asfalto al mismo tiempo. Comenzamos el asedio a la trialera. Fantástica como siempre, con tramos rápidos otros habitados por chinos (piedras) que la hacían bastante técnica. Ningún sobresalto más allá del presentado por la estrechez de la misma en el momento de cruzarnos con algún biker que la recorrería en sentido contrario, siendo la última parte del recorrido hasta Guillena realmente rápida. Llegada a los coches con un tiempo de 2 horas y cuarenta minutos totales, habiendo parado no más de 5 minutos para hacer alguna foto. Listos y a las 11,30 h. en casa, con tiempo suficiente para que mi socio se fuese de barbacoa y yo a la playa para seguir disfrutando de este estupendo puente en compañía de la familia. Queda demostrado que se puede hacer de todo (o casi todo) si se quiere. Un placer rodar una vez más con mi amigo Angello.

con personas como tu todo es posible ,grasias por seguir mis lokuras je je